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Un tipo de cerebro para un tipo de trabajo

La flexibilidad del músculo permite una adaptación espectacular a la labor que desempeñemos

Siempre se ha sabido, con mayor o menor base científica, que determinados ejercicios intelectuales ayudaban a mantener un cerebro sano y activo. Que a través del aprendizaje manteníamos vivas y en forma a nuestras neuronas.

Hay personas mayores que poseen un razonamiento brillante y que demuestran constantemente que su memoria no ha sentido el paso del tiempo, mientras que otras de mediana edad parece que han llegado al límite de su desarrollo intelectual y cada vez les cuesta más aprender cosas nuevas y retener datos.

Un estudio llevado a cabo por investigadores británicos ha demostrado que, efectivamente, el aprendizaje genera cambios estructurales en el cerebro. En este caso concreto se ha estudiado a un grupo de taxistas londinenses y las pruebas han sido bastante concluyentes.

La profesión de taxista en una gran ciudad exige memorizar la ubicación de miles y miles de calles, lugares de interés... así como aprenderse cuál es el itinerario óptimo para llegar a ellas dependiendo del estado del tráfico y de diversos factores. Un proceso de aprendizaje que normalmente conlleva tres o cuatro años de duración.

Los estudios realizados con este colectivo han demostrado que, tras este periodo, poseen más materia gris en la parte posterior de la estructura cerebral conocida como hipocampo que las demás personas, y menos en la parte frontal. El hipocampo desempeña un papel importante en la memoria y la navegación espacial.

Este resultado refleja un aumento en el ritmo al que se generan nuevas neuronas y en la tasa de supervivencia de éstas cuando se enfrentan a un reto cognitivo importante. Igualmente, un entrenamiento exitoso también puede fortalecer las conexiones entre neuronas existentes.

La estimulación externa funciona.