En nuestro habitual objetivo por cuidarte, hoy queremos acercarte la lectura del Monje que vendió su Ferrari. Millones de lectores en el mundo atesoran los pilares optimistas que desprende su lectura y sobre todo la trasmisión como historia personal del protagonista. Una vez más somos testigos de cómo nos puede cambiar la vida cuando cambiamos nuestro particular punto de vista. Desde Piquio.com.
A Julián Mantle le dio un ataque cardiaco a la mitad de un juzgado en el tribunal, ahí se encontraba derrumbado como un pequeño niño indefenso con el deseo de sobrevivir.
Julián era un hombre duro, dinámico y siempre dispuesto a trabajar dieciocho horas diarias para alcanzar el éxito que según él era su destino.
El era un gran abogado y su forma de trabajar en los tribunales era ya una leyenda.
Egresado de Harvard, y con una gran fortuna, tenía todo lo que un gran abogado pudiera desear.
Julián había escogido como ayudante y para formar un despacho de abogados a un compañero suyo de la universidad con quien habría compartido mucho tiempo juntos, y al cual escogió por su sencillez, era John.
John esperaba con ansia que Julián se recuperara de ese terrible ataque cardiaco que había sufrido y que se reincorporara a la asamblea de abogados. Aunque si se recuperó, Julián no quiso regresar a la asamblea renunciando así a su gran vida laboral.
John se entero de que Julián había vendido todas sus pertenencias, sus casas, su Ferrari, incluso una isla que tenía en propiedad y que se había ido fuera del país, de ahí ya no supo más de su compañero y amigo que habría sido su gran maestro.
Un día John se encontraba en su departamento, cuando alguien llamó a la puerta, John abrió, y vio a un personaje, de tez bronceada, de cuerpo esbelto y delgado, una sonrisa en la cara que reflejaba salud, tranquilidad y paz interior.
John no pudo reconocer a Julián, tenía completamente otra apariencia, ya no tenía esa cara abotagada, las acumulaciones de grasa en su cuerpo, lucía completamente diferente.
Julián entro en el departamento de John y comenzaron a conversar. Julián le comento que se había ido a viajar alrededor del mundo para encontrar lo que realmente estaba buscando.
En la India, había conocido a un velador de un monasterio, el cual le dio algunos consejos, pero Julián no se sintió del todo satisfecho, y le preguntó dónde podía encontrar la felicidad. El le comento de unos monjes que habitaban en lo alto de las montañas himalayas. Julián le contó que subió, y tras 3 días de estar escalando encontró a un personaje que lo guió hasta su refugio.
Julián había encontrado a los monjes "sabios de Sivana", de allí aprendió, por medio de técnicas que el yogui Raman le enseño los siguientes fundamentos de una vida autodisciplinada y feliz;