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"La soledad es el hecho más profundo de la condición humana. El hombre es el único ser que sabe que está solo." Octavio Paz

La soledad es uno de los fenómenos más interesantes al reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. Por un lado somos innegablemente "animales sociales", estamos diseñados para interactuar con nuestros semejantes, a través de esa actividad desarrollamos distintas habilidades, y ejercemos uno de los dones más estimulantes que nos fueron dados, el de la colaboración. Por otro, existirán múltiples momentos a lo largo de tu vida en los que probarás una sustancia que o bien podría contener una exquisitez casi inigualable, o bien podría traducirse en una inquietante amargura, me refiero al estar solo.

Históricamente la soledad ha sido asociada con el desarrollo espiritual: recordemos que personajes como Cristo, Buda, y Mahoma, entre otros, obtuvieron revelaciones cruciales en estas circunstancias. También este estado parece ser particularmente fértil para hacer florecer la creatividad, incluso la genialidad. Quizá por esta razón es que filósofos, escritores, científicos y otros han elogiado vívidamente la soledad: Poe, Goethe, Einstein, Bacon, Beethoven, de Quincey, Schopenhauer, y Thoreau, entre muchos otros.

Otra veta cultural en torno a la soledad apunta a predisponernos para evitarla a toda costa, y nos invita enmascararla o a esconderte de ella, procurando no exponer tu psique a la naturaleza de dicho estado. Hoy en Piquio.com te mostramos nuestra visión de ese terrible miedo a estar sólos.

Sobre el miedo a estar solos

En la actualidad millones de personas rehúyen estar solos, y no únicamente por la probable crítica social que ello pueda implicar, sino porque simplemente han perdido la costumbre de encontrarse en un ‘cara a cara' consigo mismos. De cualquier manera recordemos que culturalmente, al menos en muchas de las sociedades actuales, se nos ha inculcado una especie de miedo a la soledad, asociando con este estado diversas cualidades negativas, o en el mejor de los casos extravagantes.

Exagerando un poco, los locos, los malvados, los exorbitados científicos, los potenciales criminales, tal vez las prostitutas, son algunos de los icónicos personajes burdamente asociados con estados profundos de soledad. Amargura, desquiciamiento, depresión, y extravagancia, algunas de las consecuencias atribuidas al ejercitar continuamente el estar solos. La soledad inspira sospecha -quizá por eludir la vigilancia del otro-, o desconfianza. Nos perturba, nos confronta, nos regala menos margen del que requerimos para evadir nuestra mayor responsabilidad: auto-conocernos (estoy solo y no hay nadie en el espejo, decía Borges).