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Obsesiones

Debemos aprender a vivir sin obsesiones

Llamar 3 veces a la puerta sin poder evitarlo es algo que, en pantalla y hecho por Sheldon Cooper -personaje de The Big Bang Theory-, puede resultar cómico. Pero, ¿qué pasa cuando somos nosotros los que estamos atrapados en un mundo de manías? Hablamos con una experta para que nos lo explique


Reconozcámoslo: todos tenemos manías. Por ejemplo, mirar si está el gas apagado antes de salir de casa, poner siempre el volumen de la radio en números pares, no pasar por debajo de una escalera o cruzar los dedos cuando un avión despega. ¿Qué diferencia hay entre una persona normal aunque maniática y alguien que sufre el Trastorno Obsesivo Compulsivo?

 

«El TOC es algo así como una manía llevada a los extremos. Todos tenemos manías pero, cuando alguien sufre TOC, vive condicionado por esas repeticiones de acciones, de forma que le impiden vivir con normalidad», nos cuenta Verónica García-Gesto Fraga, psicóloga de la clínica de psicólogos de A Coruña Psicosolución.

 

«Suele afectar a las personas demasiado perfeccionistas», reconoce. Y muchas de esas manías están relacionada con la higiene, como lavarse las manos 100 veces al día para evitar tener microbios. «Se obsesionan con que tienen microbios en las manos y eso les lleva a lavárselas constantemente, incluso a agrietárselas y a terminar sangrando», explica la psicóloga. Esas personas creen que, de no realizar esas prácticas de limpieza, sufrirán enfermedades.

 

Sin embargo, y aunque conlleva una preocupación por la propia salud, no tiene una relación directa con la hipocondría. «Es cierto que la conducta del lavado compulsivo de manos es habitual entre los enfermos de TOC, pero no tiene por qué estar relacionado con las enfermedades. Hay obsesiones como tocar los marcos de las puertas o encender el interruptor de la luz un número determinado de veces antes de abandonar la habitación. Y si no lo hacen, están convencidos de que les puede pasar algo malo, de que van a tener mala suerte».

 

Estas repeticiones o hábitos se llaman rituales y son lo que diferencia una obsesión de un TOC. Hay gente que sufre un caso leve de TOC porque solo tiene un ritual como salir de casa y comprobar 15 veces que la puerta está cerrada. «Esto sería un grado bajo porque no te condiciona tu vida diaria. Pero el problema habitual de los TOC es que entran van subiendo poco a poco el grado de intensidad. Ahora es la cerradura, luego son los marcos de las puertas, luego que si no me lavo las manos 15 veces voy a tener microbios, luego que no puedo pisar las rayas del suelo... y así hasta que están todo el día con pensamientos cíclicos sobre estos rituales que les llevan a estar todo el día condicionados por el trastorno».

 

Sobre los rituales, avisa: «Cuantas más veces haga el ritual, más probable es que siga haciéndolos». Eso sucede porque los pacientes hacen anclajes emocionales. Un anclaje es una técnica de programación neurolingüística que nos sitúa en un estado emocional concreto. Puede usarse como algo positivo que nos lleva a pensamientos optimistas pero en los pacientes de TOC se usa para referirnos a un refuerzo a un determinado estímulo que les hace repetir sus hábitos y fomentar sus obsesiones. Es decir: si no tocan el marco de la puerta, pensarán todo el día que vas a tener mala suerte. «Cada vez que repiten el hábito, están haciendo anclaje y reforzando esa conducta», afirma Verónica.

 

Cómo podemos ayudar a un paciente de TOC

 

Para corregir el trastorno, la psicóloga recomienda que vayamos posponiendo el ritual en el tiempo. Por ejemplo, si tengo la manía de mirar si el gas está apagado antes de salir de casa, voy a esperar 10 minutos antes de volver a mirarlo. «En esos 10 minutos, el paciente comprobará que no le pasa nada negativo». El 'truco' es esperar cada vez más tiempo hasta que desligamos las ideas en nuestra mente; no hacer esta acción no trae una consecuencia negativa para mí.

 

Otro consejo importante es tratar de «centrarnos en algún ejercicio o actividad que nos demande atención, para focalizar nuestros pensamientos en otras acciones». Cualquier actividad que exija atención es válida, como hacer un crucigrama o jugar a un videojuego. El objetivo es desvincular nuestra atención del ritual que nos obsesiona.

 

También es una buena opción realizar autoregistros. «Los autoregistros son importantes porque nos ayudan a ver nuestras repeticiones ritualistas. Podemos animar al paciente a anotar la conducta y las veces que la repite. La mayoría, no son conscientes de la cantidad de veces que realizan el ritual al día». Por ejemplo, el tema de la adicción al móvil; no nos damos cuenta de la cantidad de veces que miramos el móvil al día. Si eso lo anotáramos, muchos nos sorprenderíamos.

 

Estos datos sirven para que él vea de forma objetiva su manía plasmada en papel y también para ofrecer datos objetivos al psicólogo en caso de ir a una consulta. «Últimamente vienen muchos chavales a consulta por el enganche que tienen al ordenador y les suelo mandar que hagan un autoregistro de las horas que pasan delante de la pantalla. Cuando lo ven, la mayoría alucinan. "Este no soy yo", me dicen; y toman la decisión de que no quieren ser así».

 

Hoy en día, cada vez hay más pacientes de TOC «al menos, en mi consulta», reconoce Verónica. «Creo que se debe a la presión social, la publicidad y medios de comunicación. Me he encontrado a pacientes obsesionados por la comida sana y los alimentos orgánicos. Es positivo querer comer bien y cuidarse pero ellos viven totalmente obsesionados por eso».

 

La parte positiva: los pacientes que van a terapia se suelen recuperar en poco tiempo. «Cuando la persona viene a consulta, ya está bastante concienciada y quiere solucionar el problema. A lo mejor en 4 o 5 sesiones lo soluciona. Pero es importante coger el trastorno lo antes posible; cuanto más repite el ritual, más difícil será hacerle entender que no tiene por qué hacerlo».

 

TOC en la gran pantalla

 

Mejor Imposible. El TOC perfeccionista. Es imposible hablar de TOC y no recordar a Jack Nicholson saltando las rayas del suelo camino a su restaurante de todos los días. En este caso, el personaje gestiona su ansiedad de una forma bastante agresiva. Es además muy perfeccionista y muestra un rasgo típico de muchos pacientes: la dificultad para relacionarse socialmente.

 

El aviador. El TOC obsesionado por la higiene. En este largo largometraje, Howard Hughes, personaje interpretado por Leonardo DiCaprio, nos narra su historia vital y su transición hasta un trastorno severo.

 

Los Impostores. Nicolas Cage da vida a un estafador con dificultades para relacionarse. El personaje tiene un trastorno obsesivo-compulsivo que le aísla del mundo y lo abandona a su suerte en medio de sus obsesiones, hasta que descubre que tiene una hija y debe vencer a sus miedos y rituales para incluirla en su vida.

 

TOC TOC. Esta comedia francesa dirigido por Lauren Baffie sitúa a seis pacientes de TOC en la misma consulta, esperando a que llegue su psicólogo. Este, retenido en un aeropuerto, no ha llegado a la cita y ellos se niegan a irse hasta que hablen con él. La espera se convierte en una especia de terapia de grupo improvisada que nos pone en antecedentes de hay tantos tipos de obsesiones como de pacientes.

 

Fuente: http://www.gonzoo.com/