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Acuarela de Kandinsky

Preludios de lo abstracto

¿Por qué aún no hay una industria cinematográfica basada en este arte?

Por Maika Prado

Mucho antes de que Kandinsky pintara su acuarela (1910), Balçac, en 1831, tuvo una premonición de lo que fue más tarde la abstracción y escribió "La obra maestra desconocida" en la que describía un cuadro así: "Colores confusamente amasados y contenidos por una multitud de líneas extrañas que forman una muralla de pintura". Un siglo después, Picasso ilustró esa obra. Una curiosa asociación de literatura y arte abstracto.

Lo cierto es que parece una contradicción que un lenguaje abstracto visual pueda ilustrar una historia más o menos realista. Pero, afortunadamente todos vivimos con contradicciones.

Cuando escuchamos una canción entendemos la letra, pero, ¿y la música?, la música la vivimos. Así, una secuencia de imágenes puede presentarse de manera abstracta siguiendo un guión con una narración más o menos tradicional. Podemos seguir el hilo de una historia, al mismo tiempo que percibimos sensorialmente los colores, las formas y las estructuras no necesariamente figurativas.

Un paso más es dotar a todas estas imágenes abstractas de movimiento y en ese campo es realmente curioso lo poco que se ha evolucionado. Desde que Oskar Fischinger con su "Arte degenerado" experimentó con la animación abstracta, combinando la geometría con la música, tenemos una vieja deuda con los artistas de las vanguardias que consiste en desarrollar el lenguaje que ellos crearon. Todavía nos queda un camino por explorar: no hemos traspasado las fronteras del videoarte, hacia su explotación comercial audiovisual.

Ha pasado otro siglo y, dominados por la industria, observamos "hiperrealidad" y "tridimensionalidad", en cine y videojuegos. Virtuosismos técnicos que nos impresionan, pero estamos a un paso de la realidad virtual y aún no hemos desarrollado completamente nuestra capacidad para la abstracción.

En este terreno, se plantean infinidad de preguntas: ¿estamos preparados para este lenguaje?, ¿el público que alucina con el 3d "compraría" una buena historia contada con imágenes, en la que los aspectos formales no imiten la realidad?, ¿podría emocionarnos una película abstracta, como nos emociona un Miró?

Y, desde el punto de vista del creador, ¿cómo interpretar una historia con imágenes no figurativas?, ¿cómo representar el moviendo de forma no realista?

Sólo es cuestión de creatividad y talento, que no es poco.