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Dos vertientes distintas y un único hombre

Luis Sepúlveda y sus facetas como ciudadano y escritor

Por Saray Ceballos


La ética y la belleza son sus premisas. Por un lado, el ciudadano, por otro el escritor. Luis Sepúlveda ha dirigido su vida haciendo siempre una separación "muy drástica" entre sus dos quehaceres.

Su concepto de ética como método de enfrentarse a la vida le hace tomar partido en la sociedad, "participar en lo que considero que es digno de participar", y su capacidad para crear "eso que se llama belleza" le facilita el hecho de afrontar la literatura desde una óptica "rigurosamente" estética.

Son dos vertientes distintas en un único hombre. En su papel como ciudadano, este chileno lucha contra la libertad de los presos políticos, es activista de Amnistía Internacional, de Médicos sin Fronteras, de Greenpeace, de organizaciones "en las que realmente creo". Como escritor, el autor de ‘Un viejo que leía novelas de amor' prefiere la literatura como tal, entregar en sus obras elementos que son "de la vida contradictoria tal y como es", mirar al pasado de una manera cervantina, como escribía Cervantes, "con amor y humor".

Pero, para Sepúlveda, este camino bidireccional necesita tramos de fusión por lo que intenta establecer nexos que le sirvan para mezclar conceptos. Para ello, busca "puentes" que le permitan "darle a la literatura ese mismo rigor ético con el que me enfrento a la vida y, evidentemente, a la vida el mismo rigor estético con el que me enfrento a la literatura".

Y con esto, con estos polos opuestos pero al mismo tiempo unidos, encuentra su propio antídoto para uno de los venenos actuales de la sociedad: la literatura con mensaje. "Un jarabe para la tos" que convierte a los libros, a los cuentos, a la novelas en "un miserable panfleto".